Para los que gustan de los documentales televisivos de viajes, hablar de “Pascua” es referirse a una isla del Pacífico Sur.

Pascual” será para muchos no el maravilloso adjetivo que nos habla de la vida en plenitud, sino el nombre de un primo lejano que celebra su santo el día de un fraile bailón o, si acaso y gracias a la cultura televisiva que nos invade, el de una leche (con perdón) más o menos rica en calcio.

Y lo más curioso de todo es que esta palabra sea tan desconocida precisamente en un pueblo (el europeo, el español y el sevillano) en el que muchos nos consideramos cristianos y mayoritariamente hemos recibido el Bautismo que, precisamente, nos hace participar de ese acontecimiento que constituye el nervio de la Historia del universo: la “Pascua”, el paso de Jesucristo de la muerte a la Vida en plenitud.

En el Antiguo Testamento, para el pueblo de Israel, la “Pascua” es el “Paso” de Dios que rescata a su pueblo de la esclavitud de Egipto y lo lleva a la libertad de la Tierra prometida.

En el Nuevo Testamento,  aquella figura o imagen de la “Pascua” del Antiguo Testamento encuentra su realización y cumplimiento en la definitiva “Pascua”, la de Jesucristo, que “muriendo destruyó nuestra muerte; resucitando restauró nuestra vida” (Misal Romano: Prefacio Pascual I).

En ambas “Pascuas” (la Antigua y la Nueva) hay un Cordero: el “Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”, Jesús. Esta es la “Pascua”, en la que se inmola el verdadero Cordero (cf Misal Romano: Pregón Pascual). Así que, si alguno se “hizo la pascua” fue Él por nosotros, a fin de que tú y yo podamos encontrar ya aquí la vida eterna.

También este año 2008, como en todas las “Pascuas” de Resurrección desde la primera, hace casi 2000 años, en el 33 de nuestra Era, Jesucristo va a pasar (“Pascua”) por nuestra vida porque tiene sed de nuestro amor y quiere hacernos partícipes de su vida eterna, con tal de que nos encuentre en vela, preparados, atentos, vigilantes, pendientes de su paso.

 “Hacer la Pascua”, por lo tanto, es dejar que Aquel que se “hizo la pascua” por nosotros pase por nuestra vida rescatándonos de las esclavitudes del pecado (sufrimiento, enfermedad, angustia, dependencias, muerte,…) y nos haga partícipes, en su Resurrección, de su vida eterna como un anticipo del cielo, comenzando a saciar ya, aquí y ahora, nuestra sed de felicidad.

¡Ven! ¡Vayamos a “hacer la Pascua” con Cristo Jesús!

Ángel Sánchez Solís

Párroco

 

 

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