Excelentísimo y Reverendísimo Señor Arzobispo de Sevilla.
Ilustrísimo Señor Teniente de Alcalde Delegado de Fiestas Mayores.
Ilustrísimo Señor Presidente y Junta Superior del Consejo General de
Hermandades y Cofradías.
Rvdo. Señor Cura Párroco de la Concepción Inmaculada de la Santísima
Virgen María.
Ilustrísima Señora Concejal Delegada del Distrito Nervión.
Ilustrísimo Señor Superior del Hospital de San Juan de Dios de Eduardo
Dato.
Señor Hermano Mayor de la Cofradía del Sagrado Corazón de Jesús e
instituciones parroquiales.
Señores Hermanos Mayores de las Cofradías del Miércoles Santo y de
todas nuestras queridas Hermandades allegadas.
Representantes de las instituciones y entidades invitadas.
Cofrades, hermanos y amigos:
Querido Señor Arzobispo, quisiera en primer lugar agradecerle de todo
corazón su visita y cercanía a esta Hermandad en este día, tan especial
para todos nosotros.
Monseñor, hay Cofradías que no pueden explicarse sin hablar de su barrio;
la nuestra de la Sed, la Hermandad de Nervión, es una de ellas. El viejo
Nervión, es un barrio sereno y apacible, de calles quietas y profundas, al
resguardo de la agitación y el ruido de los cruces en los que confluyen las
grandes avenidas que lo cercan, donde se han construido grandes bloques
de pisos y enormes centros comerciales.
La idea de construir una barriada moderna en estos inmensos terrenos,
que fueron del Cortijo Maestre Escuela, fue planteada por Luis Lerdo de
Tejada en el año 1900. El Marqués del Nervión, su propietario, donó a la
ciudad en 1911 los solares para construir la nueva Cárcel de Ranilla, que
tenemos justo aquí al lado y el Matadero municipal. Y es en ese mismo
año, cuando el arquitecto Aníbal González, ofrece ya un trazado inicial del
barrio, basado en los proyectos de moda por entonces, que pretendían
hacer posible que el hombre viviera en la naturaleza sin renunciar a los
beneficios de la ciudad. Ya se había creado la primera “Ciudad Jardín” en
Londres y varias capitales europeas, entre ellas Sevilla – que ya se
preparaba para celebrar la Exposición Iberoamericana de 1929-, quisieron
tenerla como modelo para sus ensanches.
Queridos amigos y hermanos, hablando de los orígenes del barrio, nos
parece volver a oír los tranvías camino del Cerro o de la Cruz del Campo,
bajo los árboles, aun jóvenes, de sus alamedas centrales. Y parece verse,
junto a la Gran Plaza -su redondo corazón-, elevarse, ladrillo a ladrillo y
nacer, al mismo tiempo que el barrio nacía, la gran Parroquia de la
Concepción, precioso templo monumental destinado por iniciativa del
Cardenal Ilundáin, a ser el centro espiritual de tantos nuevos moradores y
útero materno donde años más tarde se gestó nuestra Hermandad.
La esperanza, el bullicio y la vida de los años veinte, acompañaron los
primeros años e impregnaron de carácter la vida de tantas familias
ilusionadas, que soñaban su porvenir al amparo de incipientes industrias
cercanas como la fábrica de cervezas o como funcionarios de la cárcel
provincial. Pero todo aquello quedó lamentablemente truncado por el
enfrentamiento que nos llevó a la guerra civil en 1936 y el plan de aquel
Nervión soñado, quedó incompleto y definitivamente abandonado,
cuando el Marqués cedió a perpetuidad sus terrenos a la ciudad.
Mucho se perdió y mucho, por tanto había que reponer y reparar. En
marzo de 1937, el Cardenal hizo la reconciliación de nuestra Parroquia,
que había sido ultrajada. Muy distintos y difíciles fueron los años
cuarenta, en nada parecidos a los emergentes y creativos primeros años
de la década anterior.
Fue por entonces cuando se funda, por iniciativa de Don Cristóbal Garrido
Barrera, párroco de feliz memoria, la primera Cofradía del barrio, la del
Sagrado Corazón de Jesús, devoción que tanto consuelo y esperanza
ofreció a aquellos fieles que lloraban sus desdichas, penurias y miedos. En
1940, la ciudad tenía poco más de 300.000 habitantes, que tendieron a
crecer gracias, por un lado al espectacular descenso en un 50% de la
mortalidad infantil, (habría que decir aquí que, en 1943 llega a Nervión la
Orden de San Juan de Dios, instalándose en un chalet del barrio, para
tratar a niños afectados principalmente de poliomielitis) y sobre todo por
la tendencia creciente de la población andaluza de dejar el campo para
establecerse en las grandes áreas urbanas, principalmente en la periferia.
Si Nervión ha gozado de personalidad propia alguna vez, desde luego se
lo debe a esos años, en los que resurgió con vigor su afán de crecer y en
los que se llenó de decenas de familias, para quedar esta zona nueva de la
ciudad, definitivamente poblada de almas.
Era el Nervión joven de los años 50, los años del Cardenal Segura. El
barrio, como Sevilla, tuvo que salir adelante. Las circunstancias crearon un
paisaje lleno de niños a los que educar y esa fuerte demanda provocó que
se llenara de colegios, abriéndose uno prácticamente en cada esquina. En
ese contexto nació el Colegio de Nuestra Señora del Buen Fin, justo en
este mismo edificio donde hoy nos encontramos.
Querido Señor Arzobispo, desde los inicios de nuestro barrio -que en
estas casas y en estas calles sencillas tienen su origen-, el lugar donde hoy
nos encontramos ha sido dedicado a Dios y a su bendita Madre la Virgen
María. La familia Bedoya-del Pino, fundó aquí por aquellos años el que se
llamó Colegio de Nuestra Señora del Buen Fin, dedicado a esta advocación
mariana por la devoción que ellos profesaban a la Titular de la que era su
Hermandad familiar, la Sagrada Lanzada. Desde entonces, hemos sido
testigos admirados de como centenares de niños fueron educados desde
una firme vocación de servicio y lealtad a la fe de Nuestro Señor
Jesucristo, algo que muchos todavía agradecen y recuerdan con cariño.
La recuperación del barrio de Nervión hasta los años del desarrollismo,
que comienzan en la década de los sesenta, tienen como singularidad
importantísima el influyente e inmenso trabajo de los Colegios del barrio,
en su gran mayoría empresas familiares, de los que hoy perduran algunos
como el Colegio de San Francisco Solano, el de de San Miguel, Sagrado
Corazón de Jesús u otros regentados por órdenes religiosas, como los de
Juan Nepomuceno Rojas o la Sagrada Familia de Urgell. También otros,
tristemente desaparecidos y que están en nuestras memorias, como el del
Niño Jesús de Praga, el referido antes del Buen Fin, -cuyo edificio, donde
nos encontramos, fue adquirido por nuestra Hermandad en 1991-, o el de
Santo Domingo Sabio, este último, muy importante también para
nosotros, pues fue, junto a la Parroquia, el núcleo principal donde se
gestó, por iniciativa del recordado y querido Párroco Don Manuel Calero,
lo que hoy es nuestra Hermandad del Santísimo Cristo de la Sed.
Con el firme propósito de colaborar y ayudar a la Parroquia en su misión
evangelizadora, nuestra Hermandad nació a finales de los sesenta, con un
gran apoyo del Cardenal Bueno Monreal, en unos años decisivos, en los
que vivimos las transformaciones sociales que significaron la transición a
la democracia y las influencias del recién concluido Concilio Vaticano II.
Monseñor, desde entonces nuestra Hermandad ha impregnado la vida de
muchas familias en sus áreas de influencia y ya cuenta generaciones. Se
han vivido grandes hitos, que han resultado ser muy importantes en su,
todavía corta, pero fecunda historia. La bendición de la Virgen de
Consolación, que llegó primero, antes que la imagen del Cristo y a la que
nuestros hermanos fundadores tuvieron el acierto de sobre-nombrar con
el Título de Madre de la Iglesia; inspirados por Pablo VI, que la había
proclamado así en esos años. Un hecho del que el pasado 21 de
Noviembre se cumplieron cincuenta años y que nuestra Hermandad ha
querido conmemorar con actos y cultos solemnes extraordinarios, como
usted sabe.
Quedan también en el recuerdo los antiguos Viernes de Dolores, donde el
Cristo de la Sed desde 1971 y la Virgen de Consolación Madre de la Iglesia,
desde el año siguiente, visitaban la antigua Cárcel provincial y el Sanatorio
de Nuestro Padre Jesús del Gran Poder, para consuelo de presos y
enfermos. La primera salida a la Catedral, las Bodas de Plata o el
hermanamiento con la Orden de San Juan de Dios o nuestras queridas
Hermandades de Santa Genoveva o San Pablo, son páginas hermosas, que
han dado gloria y , sobre todo, sentido a esta Hermandad que cuenta ya
con cerca de 4000 hermanos y que humildemente siente el deseo de
renovar hoy, una vez mas y ante la presencia de su pastor,-que hoy la
visita-, su compromiso fiel de servir a la Iglesia y a sus fines fundacionales.
Llegar aquí no hubiera sido posible sin el esfuerzo, el compromiso y la
dedicación de tantos hermanos, algunos desde la máxima responsabilidad
o en cargos de la junta de gobierno y en otros casos como colaboradores
amorosos de su Hermandad. En un día como hoy, quisiera acordarme de
todos ellos, especialmente de aquellos a los que sus condiciones físicas o
de enfermedad le impiden asistir a este acto, así como de los que no
están, porque ya gozan de los manantiales de agua viva que alivian
definitivamente nuestra SED.
Quiere ser esta Casa de Hermandad, que V.E.R. bendecirá e inaugurará en
unos instantes, un ejemplo de renovación de fuerzas, de puesta a punto,
para mirar al futuro con decisión; una nueva página donde innovar y
soñar, para no quedarnos quietos e impasibles, ante un mundo cambiante
y secularizado. Y así, seguir con el mismo deseo de servir y contribuir a la
apasionante misión que inició el Cardenal Ilundáin, con la creación de la
Parroquia y que todos hemos seguido, con errores y aciertos, pero
esperanzados y confiados en lograr un mundo mejor, donde reine la paz,
la justicia y el amor de Dios, Nuestro Señor.
Mi agradecimiento, en nombre de toda la Hermandad a los que han
convertido esta nueva Casa, tan necesaria, en una realidad. A los oficiales
de la Junta de gobierno, que han trabajado tanto poniendo todo su
compromiso y su saber, a los hermanos que nos dieron su apoyo y que
hoy toman posesión de su casa, a los técnicos, arquitecto y trabajadores
que la han construido. También a los que nos han ayudado, mostrado su
amistad cuando se lo hemos pedido.
Desde mañana, contar con estas nuevas instalaciones nos ayudará a
todos, mucho más, a seguir con esa inquietud que imprime el carácter de
nuestra Cofradía y que no es otro que servir a los feligreses de la
Concepción en comunión con su párroco y todos los movimientos que esta
alberga. Grupo joven, acólitos, diputados, priostes, diputación de obras
asistenciales, costaleros, grupos de catequesis y formación, coro, grupo de
teatro, taller de bordados….oficiales de la Junta de gobierno y hermanos,
todos estamos de estreno y damos gracias al Señor por esta bendición.
Queridos amigos, compartimos con todos vosotros hoy esta alegría y os
agradecemos que nos acompañéis en este día tan especial, después de
tantos esfuerzos y desvelos.
Agradezco nuevamente el honor que el Señor Arzobispo nos ha concedido
con su presencia.
Señor, le invito a que proceda a la bendición e inauguración de esta Casa,
que es Iglesia de Sevilla, que es Casa suya y abierta a todos.
Alabado sea Jesús Sacramentado.
Muchas gracias.
Nueve de diciembre, del Año del Señor de dos mil catorce.
Francisco Javier Escudero Morales, hermano mayor.