Hermandad de la Sed

Su Divina Majestad

El Sacramento de la Eucaristía: Fuente y Culmen de la Vida Cristiana

Consideramos que la grandeza del Sacramento de la Eucaristía es tan inmensa que siempre resulta difícil encontrar una definición adecuada. No obstante, Nuestra Madre la Iglesia nos ofrece la mejor forma de expresar esta maravillosa realidad contenida en nuestros sagrarios: el mismo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo.

“El Sacramento más augusto, en el que se contiene, se ofrece y se recibe al mismo Cristo Nuestro Señor, es la Santísima Eucaristía, por la que la Iglesia vive y crece continuamente. El Sacrificio Eucarístico, memorial de la muerte y resurrección del Señor, en el cual se perpetúa a lo largo de los siglos el Sacrificio de la cruz, es el culmen y la fuente de todo el culto y de toda la vida cristiana.”

Código de Derecho Canónico, Canon 897

La Iglesia, con toda su autoridad, reafirma lo que la Tradición y el Magisterio siempre han enseñado, así como lo que la vida de los cristianos ha testimoniado durante siglos: la Eucaristía es el Sacramento más augusto, pues en él se contiene, se ofrece y se recibe a Cristo mismo.

La Iglesia vive gracias a la Eucaristía. Sin ella, podríamos decir que no tendría razón de ser.

La Celebración de la Eucaristía y la Presencia Real

Cuando hablamos de la Eucaristía, distinguimos dos aspectos esenciales:

1. La celebración de la Santa Misa

Es el mismo Sacrificio del Calvario, pero sin derramamiento de sangre. Cada vez que se celebra la Misa, se renueva el Sacrificio del Calvario, lo que le confiere un valor infinito. Si comprendiéramos esta gran realidad, quedaríamos sobrecogidos, como ocurrió con muchos santos, quienes temblaban al celebrarla.

2. La Presencia Real del Señor

Después de la consagración, el pan y el vino se convierten en el Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Cristo. Cristo permanece en nuestros sagrarios para ser adorado, alabado y recibir nuestras peticiones.

“Y sabed que Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo.”

Mateo 28, 20

Después de la Santa Misa, el Señor queda en nuestros sagrarios como alimento del alma y fuente de gracia. Es en la Eucaristía donde se cumple su promesa de estar con nosotros hasta el fin del mundo.

Testimonio de las Carmelitas Descalzas

Hace años, hablando con una comunidad de Carmelitas Descalzas sobre la inmensidad del don de la Eucaristía, me decían ellas:

“Como dice Nuestra Santa Madre Teresa de Jesús, nuestra vida de Carmelitas, bien vivida, cumpliendo nuestras santas reglas y constituciones, es un cielo si es que lo puede haber en la tierra… Pero este cielo es gracias a que entre nosotras está el Sagrario. Sin el Sagrario… sin la Dulce Presencia del Amado, nuestra vida sería terrible.”

La Unidad en la Eucaristía

La Eucaristía es el culmen y la fuente de todo culto y de toda la vida cristiana. Todos los católicos estamos unidos en la Comunión, en el Cuerpo de Cristo que recibimos cada día.

Es la Eucaristía la que nos une al Papa, a los obispos, sacerdotes y fieles. Es el lazo más fuerte entre el

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