Hermandad de la Sed

Historia de los Pregones de la Hermandad

Con el permiso de quien lo hiciera antes, hoy les hablo en estas líneas de un camino forjado a base de ilusión y el amor a nuestro Santísimo Cristo de la Sed y Santa María de Consolación, los cuales fueron testigos en mil novecientos ochenta y cuatro de ese primer pregón de nuestra Hermandad pronunciado por D. Antonio Iglesias Mairena, en el salón de actos de Nuestro Padre Jesús del Gran Poder.

El mismo salón, pero un año más tarde recibió a un nuevo pregonero, nuestro hermano fundador D. Cristóbal Jiménez Sánchez.

A los ojos azules de Nuestra bendita Madre, se refirió D. Manuel Jesús Díaz Martínez, poeta y literato, en su pregón de mil novecientos ochenta y seis: “Quien fuera luz del día, de resplandor celestial, para secar esos ojos, moraitos de llorá. Quien fuera veleta, del campanario, de la torre de tu capilla, para tocar martinetes y salmos de maravilla. Quien pudiera dejar de verte, triste y desconsolá, cuando caminas despacio por las calles empedrá”.

Calles empedrá de una Sevilla que se a echo a la hermandad, calles y plazas de una ciudad que bien describió ese día de estreno de la marcha “Consolación de Nervión”, D. Juan Romero de los Santos en su pregón: “Hecho estaba el milagro, ya solo quedaba enseñarla a Sevilla, llevarla a través del puente, para que todos la vieran, en el Duque, en la Alfalfa, en Placentines, en Francos, en la Avenida, en la Plaza”.

 

Plazas como la antigua de la pescadería, por donde camina un cristo mas muerto que vivo, un cristo que dice “tengo sed”, sed de paz y de amor entre los hombres; o plaza como la de la Alfalfa, donde nos espera su madre, que camina tras sus nazarenos, que van abriendo el camino de regreso, a paso de cruz de guía. Nazarenos, cuantos años portando con orgullo ese cirio que ilumina el camino de la Fe, el camino de Dios, el camino a la verdad, el camino que nos enseño Jesús, donde dar de comer al hambriento y de beber al sediento. Difícil describir lo que se siente bajo un antifaz; nazarenos, que empezamos de la mano de nuestros mayores y ahora somos nosotros los que llevamos a nuestros hijos; nazarenos, que sabemos como nadie lo que son muchas horas de camino, pero no importa el cansancio porque todo se olvida cuando entre rezos y palabras que cada uno se lleva para sí, vemos la carita de nuestra niña que bajo palio, anda a pasito lento detrás de nosotros. Quiero ser nazareno de esta Hermandad hasta que mis piernas fallen, quiero ser nazareno hasta que Dios me llame a su lado, quiero ser nazareno de la Sed.

En mi memoria quedarán siempre esas palabras de D. Rafael Martínez Retamero en su pregón de mil novecientos ochenta y ocho: “Quiero ser Señor tu Nazareno y seguirte en callada penitencia, darte gracias por todo, mi Dios Bueno, y pedir que libres mi conciencia, del fuego del pecado en que me quemo”.

Nazareno y devoto de Consolación, Consolación que también es Patrona y Madre, Ejemplo y vida, Reina y Consuelo, en Utrera, tierra de nuestro pregonero un año después. D. Salvador de Quinta Rodríguez.

El camino continuó paso a paso, como continúa el caminar del hombre hacia Dios, y durante ese camino, llegaron otros pregones que nos mostraron humildad, originalidad y personalidad, de la mano de D. Ricardo Mora Cárdenas, D. Antonio Fernández Montes y D. José Manuel de la Fuente, en los años mil novecientos noventa, noventa y uno y noventa y dos, respectivamente.

Pregones, que no dejan de ser un sentimiento escrito, que se construyen en el silencio que queda ante la mirada de Cristo, siempre vivo en nuestros corazones. Mirada que desgarra el alma, que no se olvida, que se aferra a tu vida, con tanto por decir y escuchar de cada uno de nosotros. Mirada a la que también hizo referencia D. Jesús Ramírez Bizcocho, en su pregón: “Yo quisiera Señor: Que a todo aquél que te mira y reza, a aquél que sabe llorarte, a aquél que te dice pensando lo que del alma le sale. Tu gracia bendita, tu espíritu sagrado y tu luz reparadora. Los colme de fe y con tu amor sean consolados, para vivir siempre en Tí con el corazón iluminado”.

XXV Aniversario fundacional, recuerdos, presentaciones, conferencias, mesas redondas, conciertos, exaltaciones, convivencias, ofrendas florales, traslados, procesiones extraordinarias y bendiciones, todo en un mismo año, el mismo en el que el domingo veintisiete de febrero, fue pregonero aquel que dijo: “Vine a Sevilla por tres días y llevo ya treinta años”, Padre D. José María Javierre Ortas.

Cirios que se adentran en el templo, recorrido que termina en un barrio de callejones, patios y macetas, de curas y pintores, calles de pétalos y saetas, donde el tiempo se detiene, de lágrimas contenidas, de sones de cornetas, barrio de D. José Vázquez Ruiz, pregonero en aquel año en el que se cumplieron veinticinco años de la Bendición del Santísimo Cristo de la Sed. Pregón de prosa lírica, poesía y vivencias personales.

 

Pero antes de la recogida, al atardecer, en una plaza donde antes hubo un convento, nos espera impaciente Madre Angelita, Madre de los Pobres, con su piel arrugada por el paso del tiempo y sin corazón porque se lo entregó a los más necesitados, aquella que se hizo pobre con los pobres, aquella que recordó D. Manuel Rojas González en su pregón de mil novecientos noventa y seis: “Los Hermanos de la Sed te ofrecemos unas flores Sor Ángela de la Cruz, Santa Hermana de los pobres, Azucena de Sevilla, Auxiliadora de amores, bien hechora del enfermo, del que te suplica y llore. Por eso, a ti, Sor Ángela, Sevilla te reconoce como Santa de su Cielo, de sus jardines y parques. Y tus hijas, las Hermanas, esas que tanto bien hacen, reciben siempre el Consuelo de esta su Virgen y Madre”.

 

 


 

Ella nos espera impaciente y seca sus lágrimas cuando ve que a sus pies tiene a Jesús con la cruz de su vida, en la misma cruz que ella vivió siempre clavada junto a el. Cruz como a la que se agarran algunos presos en la sinrazón de una prisión, en la soledad de su celda. Prisión, como la provincial, tan vinculada a esta hermandad, donde Jesús, visitaba a los que privados de libertad, lo esperaban cada viernes de dolores desde que en mil novecientos setenta y uno llamó por primera vez a su puerta. A ellos hizo referencia en su pregón, D. Francisco Javier Escudero Morales en mil novecientos noventa y siete: “Acércate para verte, que arrimen hasta aquí el paso, que encaramado a tus rejas de oro, de plata y bordados, me empape del esplendor de tu universo dorado. Y dime tú que es verdad, que a este pobre condenado que se siente arrepentido, el mundo ya ha perdonado”.

 


 

Porque Jesús perdona a los que ofenden, se sienta al lado del que sufre, escucha al condenado y se hace partícipe de su condena, porque el también fue condenado por el hombre que aun mirando nada ve, aun sintiendo nada siente y aun entendiendo nada entiende.
Viernes de Dolores, cuantos recuerdos de aquel dos de abril de hace treinta y siete años. Primera Salida Penitencial, lluvia intensa, apenas un centenar de nazarenos, sotanas negras, cíngulo de esparto a la cintura, sandalias negras, antifaz negro sin capirote, banderas concepcionistas, estandarte y maniguetas, capataz y costaleros. Costaleros, a los que con cariño dedicó unas letras D. Rafael Rodríguez Guerra en su pregón: “Llama a mi corazón, que tengo puesto el costal, que ya sólo me falta, que vengas a mí, ¿qué debo hacer, Padre? ¡Di! Que me haga pasar, de tu casa, el umbral. Toma el martillo y llama fuerte a mi corazón, que tengo el alma desnuda, al peso de tu madero. Llama que he de temblar de emoción cuando entres otra vez en mí. Que sólo quiero, ser el último de entre los de Nervión, de tu Sed, de tu Pan y de tu vino, costalero“.

Grupo Joven. Cuantos proyectos, cuantas metas, pieza imprescindible de cualquier hermandad, cuantas horas preparando actividades, robándole horas al día. Jóvenes que forman parte también del grupo de acólitos, como lo fue el pregonero de mil novecientos noventa y nueve, D. Moisés Mora González, un pregón lleno de vivencias y anécdotas, donde los presentes se hicieron testigos de cada historia contada.

 

 

A este joven pregonero, le siguieron D. Juan Carlos Dorado Espillaque, con su pregón lleno de sentimientos; D. Javier Hernández Mora, quien recitó un pregón como el mismo dijo, salido del alma y D. Juan Mora Romero, al cual oímos hablar de nuestra Hermandad como un hermano de “a pie”.

 

 

Año dos mil tres. Se cumplen veinticinco estaciones de penitencia a la Santa Iglesia Catedral y veinte años de pregón. El de ese año lo firma D. Julio González Escobar, permítanme decir, “criado” en la Hermandad. Hablar de él, es hablar de juventud, cuerpo de diputados, Promotor Sacramental, Diputación Mayor de Gobierno, Fiscal, en definitiva toda una vida pareja a la de nuestra cofradía. En su pregón reflejó el paralelismo existente entre la vida de un cofrade y la propia vida de la Hermandad.

 

 

Hermandad, nuestra, tan sevillana como el clavel rojo a los pies de Cristo, clavel al que hizo mención en un pregón lleno de “quejío” y sevillanía, en el año dos mil cuatro, D. Javier Martín Guerrero, “Clavel, como la sangre roja que has brotado junto a sus pies, no vayas a cerrar tus ojos y ve mirándolo sólo a el. Clavel, mira su angustiosa herida y consuela su dolor, observa su imagen dolorida y su grandísimo Amor. Clavel, que quieres ser trabajadera, agua que alivie su Sed, que estabas mustio en la tierra y ahora te ha colmado de fe”.
Coincidió el mes y la misma sala, pero un año después, de pregonero a pregonero, quien presenta y quien nervioso espera, D. Juan José García Delgado, con un pregón enfocado en lo que para su autor ha significado la Hermandad y centrado sobre todo en el poder sagrado que se desprende sobre la atracción de nuestros Titulares.

A Santa María de Consolación, dedicó unas palabras D. Ramón Moreno Sánchez, en su pregón del año dos mil seis: “Tu que eres de Nervión, su madre y su capitana, ¡déjame estar a tu lado! ¡Déjame estar a tus plantas! Hasta que un día hasta el cielo tras tu mirada me vaya”.

 

 

Mujeres de la hermanad, no podía pasar por alto estas letras sin hablar de ustedes y de lo importante de vuestro trabajo. Que sería la Hermandad sin ustedes. No estaría tan guapa nuestra bendita madre sin el cariño con que la visten nuestras camareras, las mismas que siguieron los pasos de nuestra querida Dª. Eulalia. Mujeres en la trasera del paso de palio, año tras año; mujeres que llevan a hombros a nuestros Titulares; mujeres con las que sin ellas no seríamos nada. Y una de ellas, en representación de todas, fue elegida pregonera, Dª. María del Carmen Ojeda. La primera mujer, esperemos que no la última. Su pregón intenso y lleno de vivencias.

Y sin darnos cuenta, llegamos al pregón número XXV, de D. Antonio Fonseca Fonseca, quien de la mano de un abuelo nos enseño todo un camino de cariño y fe. El acto tuvo lugar un domingo dos de marzo, en el salón de Actos de la Facultad de Ciencias de la Educación (Magisterio).

 

Gracias a todas estas personas mencionadas, porque nos han acercado aún mas al Santísimo Cristo de la Sed y a Santa María de Consolación con sus pregones y también por mostrarnos el significado de la palabra humildad, por entender la sencillez de la vida y por hacernos comprender que el Camino a Cristo empieza en nosotros mismos.

 

Años

Pregoneros

Lugar

1984

D. Antonio Iglesias Mairena

Salón de Actos del Sanatorio de Nuestro Padre Jesús del Gran Poder

1985

D. Cristóbal Jiménez Sánchez

Salón de Actos del Sanatorio de Nuestro Padre Jesús del Gran Poder

1986

D. Manuel Jesús Díaz Martínez

Salón de Actos del Sanatorio de Nuestro Padre Jesús del Gran Poder

1987

D. Juan Romero de los Santos

Salón de Actos del Sanatorio de Nuestro Padre Jesús del Gran Poder

1988

D. Rafael Martínez Retamero

Salón de Actos del Sanatorio de Nuestro Padre Jesús del Gran Poder

1989

D. Salvador de Quinta Rodríguez

Salón de Actos del Sanatorio de Nuestro Padre Jesús del Gran Poder

1990

D. Ricardo Mora Cárdenas

Salón de Actos del Sanatorio de Nuestro Padre Jesús del Gran Poder

1991

D. Antonio Fernández Montes

Salón de Actos del Sanatorio de Nuestro Padre Jesús del Gran Poder

1992

D. José Manuel de la Fuente

Salón de Actos del Sanatorio de Nuestro Padre Jesús del Gran Poder

1993

D. Jesús Ramírez Bizcocho

Salón de Actos del Sanatorio de Nuestro Padre Jesús del Gran Poder

1994

D. José María Javierre Orta

Salón de Actos del Instituto de Religiosas de la Sagrada Familia de Urgel

1995

D. José Vázquez Ruiz

Salón de Actos del Sanatorio de Nuestro Padre Jesús del Gran Poder

1996

D. Manuel Rojas González

Salón de Actos del Colegio Santa Joaquina de Verduna “Las Carmelitas”

1997

D. Francisco Javier Escudero Morales

Salón de Actos del Instituto de Religiosas de la Sagrada Familia de Urgel

1998

D. Rafael Rodríguez Guerra

Salón de Actos de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales

1999

D. Moisés Mora González

Salón de Actos del Instituto de Religiosas de la Sagrada Familia de Urgel

2000

D. Juan Carlos Dorado Espillaque

Salón de Actos de la Facultad de Magisterio

2001

D. Javier Hernández Mora

Salón de Actos de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales

2002

D. Juan Mora Romero

Salón de Actos de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales

2003

D. Julio González Escobar

Salón de Actos de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales

2004

D. Javier Martín Guerrero

Salón de Actos de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales

2005

D. Juan José García Delgado

Salón de Actos de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales

2006

D. Ramón Moreno Sánchez

Salón de Actos de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales

2007

Dña. María del Carmen Ojeda Ramos

Salón de Actos de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales

2008

D. Antonio Fonseca Fonseca

Salón de Actos de la Facultad de Ciencias de la Educación (Magisterio)

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio
Ir al contenido