Hermandad de la Sed

En la prensa digital

Mostramos a continuación lo recogido por la prensa digital de nuestra ciudad tras el pasado Miércoles Santo

El Correo de Andalucía

El Cristo de la Sed tiene su trinidad

El crucificado salió a su calle con la marcha que lleva su nombre

Las salidas mañaneras de las cofradías de extramuros tienen un ambiente muy especial que las hacen únicas. Los barrios se vuelcan con sus cofradías y, si todo va bien, el sol acompaña a la luminosidad del momento iluminando capirotes, insignias, canastillas y palios. El último de estos acontecimientos -a la espera de comprobar cómo será la salida del Sol el Sábado- tiene su cita en Nervión, en torno a la hermandad de la Sed y el rito, un Miércoles Santo más, se repite para abrir la jornada.

Justo al mediodía, cuando suenan las campanas, se abren las puertas de la parroquia de la Concepción y los primeros nazarenos toman la calle Cristo de la Sed con la mirada puesta en la residencia de San Juan de Dios, última de las paradas de esta corporación antes de abandonar su barrio. En el tercer tramo, un nazareno lleva pegado en su cirio una foto de cada uno de sus titulares, aportando una estampa de lo más curiosa y que define bien la peculiaridad de las devociones en este tipo de cofradías. Poco después, un costalero de relevo que ha recogido su largo pelo en dos trenzas ajusta el antifaz a un nazarenito que va de la mano de su padre. Puro sabor de barrio.
 

 
Los capirotes negros desafían al creciente calor y a ambos lados de la puerta son varios los hermanos de número que aguardan. La hermandad ha dispuesto unas sillas a un módico precio, destinado a la bolsa de caridad, que se han abarrotado. Serán los que más de cerca verán salir a su Cristo. El crucificado que tallara Álvarez Duarte, tocado esta vez por potencias y corona de espinas, toma por fin Nervión formando una curiosa trinidad. Al Cristo de la Sed, en la calle Cristo de la Sed, le tocan Cristo de la Sed de Gámez Laserna. Algo así como el paraíso para los más devotos de la imagen. Y es que el primer paso sale desde hace años con la marcha que le compusiera el afamado compositor, que fue interpretada por la Oliva de Salteras, banda que, posteriormente acompañaría al paso de palio.

UN RECORRIDO DE FLORES. Cuando el Cristo enfila su calle hasta Cardenal Lluch, dibuja una estampa llamativa con la enormidad del estadio Sánchez Pizjuán de fondo. Precisamente, poco antes de salir una representación del Sevilla Fútbol Club visitó a su cofradía vecina.

Rememorando un pasado de vísperas, tanto los manigueteros como los penitentes visten con la túnica que la Sed llevaba cuando los Viernes de Dolores de los 70 visitaba la antigua cárcel de la Ranilla. Negro, sin capa, y con el único adorno de una soga al modo de cíngulo.

Al filo de las 13.00 horas, es el momento de la Virgen de Consolación, que con su mirada de ojos azules llena las calles de casas bajas de su barrio. Desde el campanario caen las primeras flores a su paso, sólo un preludio de lo que sería un discurrir por Nervión entre saetas y lluvias florales. Al marco incomparable le acompaña el elegante andar de la cuadrilla que comanda Ricardo Almansa. Todo es perfecto en el Miércoles Santo de Nervión.

Abc de Sevilla

Recuerdo en la Sed para las hermandades «hermanas» que no pudieron realizar su estación de penitencia el Lunes Santo y para el sacerdote y periodista José María Javierre, ilustre hermano de la corporación fallecido el pasado año.
El Cristo de la Sed, de nuevo con corona de espinas fue acompañado musicalmente por la Banda de San Juan Evangelista, en la que es su única participación tras un paso en Sevilla, aunque la calidad de sus sones auguran un gran futuro para la agrupación.
En el Hospital de San Juan de Dios se vivieron los momentos más emocionantes del recorrido, cuando se asoman los internos y los médicos y enfermeros. Muy elegante todo el camino estuvo el paso de la Virgen de los ojos azules. ¿Será el último año que saque estas bambalinas?

Diario de Sevilla

Un oasis de sombra en un desierto de luces

La calle Santiago fue uno de los puntos de mayor clasicismo de la cofradía

Después de dos horas andando por amplias avenidas que incluyen la obligatoria exposición de túnicas y capirotes al sol el nazareno de la Sed llega a Muro de los Navarros. Un oasis entre tanta vía de alquitrán. La sombra es un descanso en esta cofradía hecha y creada para luz. Las entrañas de la ciudad le dan la bienvendia a este cortejo nervionense (no confundir con el equipo de fútbol). Los brillos de la canastilla del Cristo que pronuncia la quinta palabra apagan sus brillos. La sed es la que se repite en las bocas de los nazarenos que buscan también el líquido elemento en la mano del fiel acompañante, en versión madre, hermana, pareja o algo similar.

El termómetro fue benévolo y a esas horas el mercurio no estaba tan elevado como en años anteriores, cuando la canícula convertía en Calvario el deambular por estas calles.

 
Este año fue distinto. Bien distinto. Más que calor fue frío lo que sintieron los que se agolpaban en la penumbra de la calle Santiago para contemplar el discurrir de la cofradía. Como si fuera Lunes Santo, pero con dos días más en el calendario, las marchas se sucedían en esta vía colmatada de antiguos edificios y algún que otro corralón.

Junto al templo que da nombre a la calle se levanta un viejo caserón reconvertido en hotel de estética futurista y complicado contraste de estilos. Es la globalización del diseño. No hay rehabilitación sin una breve pincelada de arte fusionado. Aunque para fusión la variada gama cromática resultante de la petalada que varios hermanos de la Redención le lanzaron a la Virgen de Consolación cuando pasaba a pocos metros de su sede canónica. Blanco, rojo y amarillo sobre un manto verde de difícil precisión.

La cofradía avanza por Santiago cuando se digiere el almuerzo. Es la hora de la siesta pero nadie duerme cuando suena el flautín de la marcha Rocío. Los clientes del hotel se acercan a la puerta para ver lo que pasa. Hacen fotos y hablan en lenguas extrañas para intentar explicar, más mal que bien, lo que es aquello: una bulla, una petalada, un paso y una calle que apaga la Sed de sombra.

 

 

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