Hoy miro el calendario y parece que fue ayer. Recuerdo aquella fecha y en la memoria todavía presente tu valentía constante, junto a aquel grupo de jóvenes que en la Parroquia de la Concepción Inmaculada, del viejo barrio de Nervión, se afanaban para crearme.
No fue fácil, pero gracias a tu lucha y audacia, se derribaron aquellas murallas que rápidamente alzaron un grupo de cofrades por el absurdo monopolio de convertirse en ser los únicos protagonistas de la Semana Santa de Sevilla.
Apenas unos años a mi lado, que me vistes nacer a tu imagen y semejanza y hoy, diez de noviembre, como ha pasado el tiempo, han pasado ya treinta y seis años, desde el día en que tu bendita Madre de Consolación y su hijo, el Santísimo Cristo de la Sed, te buscaron en tu pueblo natal, Bollullos de la Mitación y te llevaron a su lado.
Gracias Don Manuel porque gracias a ti, los que hoy forman parte de mí, se siente orgullosos de ser y llamarse Hermanos, como tanto a ti te gustaba. Hermanos con el amor de Dios por bandera, con tu amor y tu cariño siempre presente, Hermanos de la Sed.
Muchas gracias Don Manuel porque sin tu tesón, cariño y fe, yo nunca habría existido
Fdo. Hermandad de la Sed